Israel se ha negado en repetidas ocasiones a permitir que la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) vacíe los principales vertederos, explica una de sus trabajadoras, por lo que están surgiendo otros temporales, que tampoco pueden limpiar por las limitaciones israelíes a la importación y la distribución de combustible.
Fuente: Sección Noticias sitio web ONU
Redacción Quevedo Informativo.- Israel impide a la ONU recoger la basura de los vertederos en Gaza lo que está provocando condiciones sanitarias “extremadamente terribles” que hacen temer una mayor propagación de enfermedades.
Montones de basura que se pudren con el calor se acumulan por toda la Franja entre los desplazados, dijo el viernes una trabajadora de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA) desde la Franja.
Israel se ha negado en repetidas ocasiones a permitir que esta agencia vacíe los principales vertederos, explicó la portavoz Louise Wateridge, por lo que están surgiendo otros temporales, que tampoco pueden limpiar por las limitaciones israelíes a la importación y la distribución de combustible.
“Cuando miro afuera, a 150 metros hay un enorme vertedero temporal y la gente vive entre esa basura. No hay un lugar destinado a la basura, está entre la gente y el problema sigue empeorando. Y con la temperatura subiendo, está aumentando la miseria que tiene que soportar la gente. La gente vive entre basura, rodeados de basura. Es una situación muy difícil. Además, la gente construye refugios con plásticos y la temperatura dentro es aún mayor que fuera. Son condiciones realmente insoportables”.
Mayor riesgo de enfermedades
A este respecto, la Organización Mundial de Salud alertó del enorme riesgo de que se propaguen enfermedades transmisibles por el agua, como la diarrea, de que se contaminen los escasos alimentos, haya más mosquitos y se produzcan golpes de calor.
“Es una combinación muy difícil no tener agua, basura por todos lados y altas temperaturas. Puede provocar la aparición de varias enfermedades transmisibles”, dijo el portavoz Tarik Jašarević mencionando que se han registrado unos 470.000 casos de diarrea desde el comienzo de la guerra.
Anarquía y saqueos
Louise Wateridge prosiguió confirmando los informes sobre el colapso de la ley y el orden después de casi nueve meses de intensos bombardeos israelíes, los cuales han trastornado la vida normal en Gaza y han hecho que la gente recurra a detener los camiones de ayuda en busca de alimentos una vez que cruzan a Gaza a través de Kerem Shalom.
«La carretera estaba llena de saqueadores cuando llegamos. Llegamos al mismo tiempo que algunos camiones de ayuda, por lo que había cientos de hombres armados esperando su llegada. Los camiones que nos cruzamos por el camino estaban destruidos: los parabrisas completamente destrozados, todos tenían barras de metal reforzando la zona del conductor».
Todos los edificios de la ONU, dañados o destruidos
Adentrándose más en Gaza, Wateridge describió los daños infligidos a las instalaciones de la ONU en la ruta de Kerem Shalom a Khan Younis y Deir al Balah, con algunas llenas de grandes agujeros por los bombardeos y otras destruidas.
«Todas y cada una de las instalaciones de la UNRWA, escuelas, almacenes, centros de distribución de alimentos, etc., sufrieron daños considerables o incluso quedaron destruidas. Agujeros de bala, paredes reventadas, suelos derrumbados como tortitas unos encima de otros… no tendrías ni idea de que se trata de instalaciones de la ONU, protegidas por el derecho internacional».
Falta de combustible
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), desde principios de 2024 sólo se ha permitido la entrada en el enclave del 14% del combustible (gasóleo y benceno) que solía entrar en Gaza mensualmente antes de octubre de 2023 (dos millones de litros frente a 14 millones de litros).
«No tenemos combustible, así que no podemos ir a ninguna parte, ninguno de los humanitarios», dijo Wateridge, confirmando que las operaciones de ayuda siguen siendo obstaculizadas por la dificultad de recuperar el combustible de Kerem Shalom.
«Para UNRWA, hay planes para distribuir lo que tenemos – alimentos y colchones – pero es muy limitado. Es otro testimonio de lo mal que está la respuesta humanitaria, cuando ni siquiera tenemos suficiente combustible para movernos».
Además de estos retos, los trabajadores de UNRWA se enfrentan a sus propios problemas, explicó Wateridge. «Estoy deseando verlos; están bien, pero muy traumatizados por haber sido desplazados de Rafah. Además, ahora no les queda nada».