COLABORACIÓN
Por Antonio Corcino
En un mundo globalizado, la interconexión entre países es inevitable. Los flujos de información, capital, cultura e incluso ideologías atraviesan fronteras con una facilidad sin precedentes. Sin embargo, esta realidad también plantea una interrogante fundamental: ¿cuál es el límite entre la influencia externa y la injerencia en los asuntos internos de un país?
La historia demuestra que las potencias globales han intervenido en la política, economía y cultura de muchas naciones en nombre del progreso, la estabilidad o, en algunos casos, el beneficio propio.
Esta intervención puede tomar muchas formas: desde sanciones económicas hasta el financiamiento de movimientos políticos, pasando por la difusión de narrativas mediáticas que buscan moldear la opinión pública en favor de ciertos intereses.
La República Dominicana, a lo largo de su historia, ha enfrentado constantes intentos de injerencia extranjera que han puesto a prueba su soberanía y autodeterminación.
Desde las intervenciones militares hasta la presión diplomática y económica, el país ha tenido que sortear obstáculos impuestos por naciones que, bajo distintos pretextos, han buscado influir en su rumbo político, económico y social.
Presiones externas y su impacto
Hoy en día, la intromisión extranjera va más allá de los mecanismos tradicionales e incluye la presión de organismos internacionales, actores diplomáticos y grupos de interés que, bajo la bandera de la sociedad civil, buscan influir en las decisiones gubernamentales dominicanas. Si hoy no tenemos un Código Penal actualizado, en alguna medida ha sido por esta influencia.
El rol de la USAID y su independencia
Como señaló el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, la USAID fue creada en 1961 para asistencia humanitaria y desarrollo; sin embargo, en estos últimos años ha operado de manera independiente de la política exterior estadounidense, con empleados que han mostrado “insubordinación”.
Su labor incluye el tratamiento de enfermedades, respuesta a desastres y apoyo a la democracia, pero en ocasiones ha actuado como si no dependiera del Gobierno.
Injerencia en la política migratoria dominicana
Un ejemplo reciente de estas presiones se ha evidenciado en el tema migratorio y las relaciones con Haití. Organismos internacionales y gobiernos extranjeros han intentado incidir en la política migratoria dominicana, cuestionando medidas adoptadas en defensa del ordenamiento jurídico y la seguridad nacional. No obstante, es fundamental que cualquier decisión sobre esta materia se base en el respeto a la soberanía del país y en el derecho de la República Dominicana a establecer políticas conforme a sus propios intereses.
Lecciones de la historia en Latinoamérica
En Latinoamérica, la historia está marcada por episodios en los que la injerencia extranjera ha determinado el destino de gobiernos y economías. Ejemplos de operaciones de “bandera falsa”, como el hundimiento del USS Maine, han sido utilizados para justificar intervenciones. Desde la Doctrina Monroe en el siglo XIX hasta sanciones impuestas a países que no se alinean con determinadas políticas internacionales, en general la región vive y ha sido testigo de cómo los intereses foráneos han influido en su estabilidad.
El lado positivo de la cooperación internacional
Por lado, también es innegable que la cooperación internacional ha traído beneficios significativos en ámbitos como la tecnología, la salud, la educación y los derechos.
Las alianzas estratégicas entre naciones pueden generar desarrollo y crecimiento sostenible si se gestionan con transparencia y equidad.
El papel de la diplomacia dominicana
Ante estos desafíos, la diplomacia dominicana en estos últimos años ha actuado guiada por una estrategia clara y firme. En ese sentido, es imperativo que el gobierno y sus representantes internacionales reciban el apoyo de la nación. Su defensa ha sido con determinación para posicionar al país, promoviendo el respeto a su independencia y evitando ceder ante presiones externas e internas que busquen imponer agendas ajenas a la realidad dominicana.
Ahora bien, a lo largo de los años, el país ha demostrado que puede mantener relaciones de cooperación y respeto mutuo con otras naciones sin comprometer su soberanía. La clave ha sido una política exterior equilibrada, que combine la autodeterminación con alianzas estratégicas para el desarrollo nacional sin ataduras externas.
La injerencia extranjera es un fenómeno que no desaparecerá, pero la República Dominicana debe reafirmar su postura de nación soberana y dueña de su destino.
La tarea está en fortalecer sus instituciones, garantizar el respeto a sus leyes y mantener una diplomacia consistente que defienda los intereses nacionales sin caer en confrontaciones innecesarias.
Solo así podremos preservar la independencia política y económica del país ante los constantes desafíos del escenario internacional.