COLABORACIÓN
Por Óscar López Reyes
La Semanal con la Prensa se ha enquistado -en el intersticio de tres meses- en el espacio de diálogo gubernamental más innovador, abierto entre formalidades protocolares y bromas, así como dinámico en la generación de noticias preeminentes. Desde su poltrona, el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona ofrece declaraciones, a priori y a pecho abierto, en contraste -en una distancia temporal infranqueable- con Rafael Leónidas Trujillo Molina, a quien un periodista no se atrevía a tirarle una solita pregunta. ¿Qué pasaba si lo hacía?
A las 5 de la tarde de cada lunes el jefe de Estado saluda, con su mano derecha, a los concurrentes a La Semanal con la Prensa, en el salón de las Cariátides del Palacio Nacional. Expone un tema de relevante interés e inmediatamente cede la tribuna a los periodistas para que le formulen preguntas, que responde con una sinceridad pasmosa y, en su interacción, solicita a funcionarios de alto nivel del área concernida, que le acompañan en el foro, la complementariedad o que contesten íntegramente las interrogantes que están en el aire.
Después del ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina hemos avanzado, con sus altibajos, y ahora el Indice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa 2023 de la tan exigente Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) revela que la República Dominicana ocupa el primer lugar (líder o campeona) en el respeto a los medios comunicativos en las Américas, muy por encima de Estados Unidos, que apenas alcanzó el 60.79%.
Ilustra contar que Trujillo Molina (1891-1961) fue implacable con la prensa. Cuando le interesaba dar a conocer hechos noticiables o emitir alguna opinión, llamaba a los cuatro o cinco periodistas que cubrían la fuente palaciega, que se acomodaban en su biblioteca. Les dictaba a viva voz y no había la más mínima pregunta, porque quien osaba someterla tenía que abstenerse a las consecuencias. En 1956, al reportero de El Caribe, Manuel de Jesús Javier García, le impusieron un censor oficial -un militar- para examinar, maquillar y suprimir palabras, frases o párrafos de sus trabajos.
El mandante dictador tuvo como vocero de prensa al periodista e intelectual Ramón Marrero Aristy (1914-1959), quien propició la flexibilización/distensión de prensa y en los primeros días de 1959 le autorizó a instalar una oficina de prensa en Nueva York. Pronto Trujillo Molina ordenó al jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), Johnny Abbes García, que lo eliminara físicamente -el crimen se concretizó el 17 de julio de 1959-, con lo que sumaron 30 los periodistas asesinados en sus 30 años.
Ensayo democrático. En 1963, el periodista César Cruz Mordán (1926-1987) fungió como enlace de prensa del presidente Juan Bosch (1909-2001). En un avión de Pan American se le deportó a Puerto Rico junto a Bosch, miembros de su gabinete y colaboradores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), tras la asonada golpista de ese año. Bosch ha sido el gobernante más prejuiciado, de mal genio y difícil de relacionar con los periodistas, a muchos de los cuales en las décadas de 1980 y 1990 sometió a la Justicia.
Correr del tiempo. El mandatario de los 12 años (1966-1978), Joaquín Balaguer (1906-2002) se tornaba despreciativo hacia la prensa y para abordarlo había que aprovechar circunstancias especiales, como cuando llegaba al Salón de Embajadores del Palacio Nacional para encabezar las reuniones de cada miércoles de la Comisión Nacional de Desarrollo, y al término tanto de las misas dominicales de la capilla de la Casa de Gobierno como en las inauguraciones de obras.
En 1968 hacía reuniones informativas y en 1973 decidió presidir una rueda de prensa, en la mañana de cada jueves. A los periodistas les exigían que con antelación suministraran los tópicos a ser focalizados, en vista de que le vencía la desconfianza de improvisar cuestiones puntillosas y sensibles. Le tiraban las preguntas más variadas, mordaces y cáusticas, que respondía, en ocasiones exaltado. Singularizó por la imprevisión, el desorden y la bulla, por cuyas razones hubo de ser suspendida sin retorno. Durante su administración, numerosos periodistas cayeron abatidos a balazos.
El cambio. Al presidente del período 1978-1982, Antonio Guzmán Fernández (1978-1982), había que sacarle los datos con preguntas directas, durante inauguraciones y otras actividades, y sus informaciones más relevantes provenían de sus discursos. Respondía con un lenguaje campechano, y se coronó con la gloria de que en su gestión se instalaron y desarrollaron las principales unidades de relaciones públicas gubernamentales.
El otro presidente (1982-1986) del PRD, Salvador Jorge Blanco (1926-2010), coyunturalmente contestaba preguntas de los periodistas en actos especiales, como presentación de credenciales de diplomáticos y encuentros sociales. Cada jueves conversaba con los periodistas al término de las Audiencias Populares, organizadas en el Palacio Nacional y en gobernaciones de distintos pueblos. Donó el solar para la construcción de la Casa Nacional del Periodista, ubicada en el Centro de los Héroes. Se estampó como un mandatario repelente.
Varía comportamiento. En su nuevo gobierno de 10 años (1986-1996), Joaquín Balaguer se mostró más receptivo con los periodistas, y a través de un amigo de quien escribe nos mandó el recado de que quería ser parte del Colegio Dominicano de Periodistas, tomando en consideración que en los primeros años de 1920 ejerció, en el matutino La Información (Santiago), como redactor, articulista y editorialista. En 1992 construyó el edificio o Casa Nacional del Periodista, y abrigó la esperanza de ser aceptado como miembro, sueño que no fue cumplido.
Este último año tomó posesión como presidente de la República Leonel Fernández Reyna (1996-2000 y 2004-2012), catedrático y filósofo de la comunicación en las aulas universitarias y en el diario existir. Resaltaba que no se peleaba con sacerdotes ni periodistas, con los cuales confraternizó. En 2006 remodeló y equipó la Casa del Periodista, recibió un pergamino de reconocimiento y simbólicamente fue juramentado como miembro honorífico de la organización.
El controversial. El presidente Hipólito Mejía (2000-2004) hablaba con los periodistas hasta tres veces en un solo día, sin frenos. Se caracterizó por ser locuaz, jocoso e intolerante -ordenó el arresto de varios comunicadores-, aunque le ofreció un gran respaldo al Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
El huidizo. Danilo Medina Sánchez (2012-2020) ha sido el más apagado e insulso de los presidentes de la República, y apenas abrió los brazos para hacer buenas migas e intimar con una camada de buenos allegados redactores élites y comentaristas.
Durante la regencia de los ocho gobernantes de la Era democrática, el Palacio Nacional se convirtió en la principal fuente noticiosa, seguido por el Congreso Nacional. Le siguen, conforme la transcendencia informativa de circunstancias específicas, el Ministerio de Salud Pública (propagación de epidemias y paros de médicos), la Procuraduría General de la República (auge en arrestos), el Ministerio de Educación (huelgas de profesores), las Fuerzas Armadas (preponderancia del tema fronterizo), la Junta Central Electoral y el Banco Central. Las fuentes más confiables han si do la Presidencia de la República y el Banco Central, y las más vulnerables las redes sociales, los partidos políticos y la Policía Nacional.
Luis Abinader Corona descuella como el jefe de Estado dominicano más sincero y abierto, que comenzó en el 2020 innovando con un nuevo estilo de suministrar informaciones: el Twitter, hoy X. Prosiguió, desde el 28 de agosto de 2023, con La Semanal con la Prensa, que se transmite en vivo por la plataforma de streaming YouTube para la población nacional e internacional.
En este evento, en el que rotativamente participan unos 50 reporteros que cubren la fuente de la mansión presidencial; productores radiotelevisivos, comentaristas, articulistas, influencers y comunicadores de los pueblos, que preguntan sin cortapisas ni temores a que sean sacados prisioneros, como cuando Trujillo Molina.
Mostrando una excelente memoria y un dominio de los contenidos visualizados, el presidente Abinader Corona escucha atento las denuncias que le exponen de frente, los recordatorios de promesas hechas para construir obras en comunidades y barrios, y lo enteran de situaciones que no han llegado a sus oídos. Contesta con claridad y sin ambages, y cuando no conoce determinada situación lo admite y toma apuntes para averiguar e instruir a funcionarios.
La apertura del jefe de Estado es tal que en La Semanal con la Prensa del lunes 13 de noviembre de 2023, un interviniente condenó una opinión suya sobre la declaración de un embajador dominicano. Todo esto ratifica el estudio de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que coloca a la República Dominicana en el primer peldaño del ranking de la libertad de expresión y difusión del pensamiento. ¿Hasta cuándo nos nutriremos de La Semanal con la Prensa?