COLABORACIÓN
Por Donald Saillant y José Pichardo
Nuestros sectores populares han sido secuestrados por la delincuencia organizada que evidentemente es apoyada por los distintos gobiernos neoliberales que han desfilado por la República Dominicana.
Lo triste del caso es que, al examinar este problema, muchos estrategas y analistas políticos analizan sin tocar el fondo del asunto, ya que hacer eso conlleva a plantearse medidas que pondría en riesgo «su estado de confort político».
Así, se aferran cómodamente a los efectos y no a las causas de fondo por las cuales la mayoría de los que no tienen voz atraviesan por una situación de desesperación. Como dice el dicho popular «Cuando la partera es mala, echémosle la culpa al al órgano de reproducción femenina«.
Sin embargo, hay en nuestro pueblo un anhelo de vencer todos los obstáculos que se presentan, porque a pesar de la cacareada campaña derrotista de que ya no hay esperanza porque la delincuencia, los vicios y los anti valores han arropado a nuestros barrios, nuestros padres no se doblegan y se han aferrado decididamente a su tradición cultural de mandar a todos sus hijos a las escuelas, resultando encomiable la gran cantidad de estudiantes de los sectores populares que se gradúan en nuestras escuelas y universidades, por encima de este asfixiante entorno delincuencial.
Por esta razón, no debemos sentarnos con la mano en la cabeza a lamentarnos, sino más bien, estamos obligados a buscar la manera de darle un viraje progresista a la situación creada por este sistema neoliberal, pues se deben impulsar medidas que conduzcan al bienestar general del pueblo dominicano.
Por lo tanto, en medio de esta debacle moral impulsada por este sistema neoliberal con el objetivo de desmoralizar al pueblo dominicano y sus fuerzas revolucionarias, se impone una actitud exponencialmente positiva de parte de los representantes de las fuerzas más sanas y vivas de la nación.
No es correcto generalizar que todo está perdido, eso es una irresponsabilidad; tampoco debe afirmarse que no existe un movimiento generacional que se oponga a este plan maquiavélico neoliberal que, consiste en vencer la capacidad de resistencia de nuestro pueblo y principalmente a sus hijos más conscientes que creen en un cambio de sistema y no simplemente un cambio de gobierno.
Sin duda que el mejor ejemplo está en la rebelión de la juventud de la Plaza de la Bandera, que independientemente estemos o no de acuerdo, levantó los ánimos caídos de todos nuestros jóvenes y del pueblo dominicano en sentido general.
Es necesario e importante señalar que los ideólogos políticos de este sistema decadente nos quieren «matar el gallo en la funda» para que nos sentemos a lamentarnos pensando que «la mayoría de nuestra juventud está perdida”.
Por otra parte, no se debe obviar la realidad escondiendo la cabeza como los avestruces para no asumir automáticamente nuestras incapacidades políticas de estudiar y entender cuáles son las causas reales de sus apatías políticas hacia su integración política al movimiento revolucionario dominicano.
No obstante, vemos cómo la juventud abarrota y gira como satélite alrededor de los partidos del sistema neoliberal.
Nosotros seguimos insistiendo en que «los barrios están secuestrados por dos o tres delincuentes con apoyo de los distintos partidos burgueses», los cuales han creado una red de «delincuentes capaces de realizar todo tipo de trabajos criminales en contra de todo un pueblo».
Caro está, con el consentimiento y apoyo de una burguesía desquiciada y ambiciosa que no le importa para nada convertir nuestro país en otro estado fallido, al estilo de nuestros vecinos haitianos, y sustentar dicha crisis con “bandas armadas» que respondan a sus intereses mezquinos. Si no, echemos una ojeada a los supuestos «defensores de negro», quienes se escudan bajo un lenguaje «anti-haitiano».
La verdad es que al final del día será la misma banda creada en los tiempos de Balaguer, y en vez de ser «La Banda Colorá», ahora son la «Banda Negra», pero que comparten los mismos objetivos: mantenerse en alerta y vigilar el crecimiento de las fuerzas revolucionarias, con la intención de que si ocurre un despertar de todas las fuerzas vivas de la nación dominicana, entonces en ese mismo instante, sus protectores y creadores darán las órdenes de acabar con todos los que se rebelen contra el estado burgués.
En fin, es deber de los revolucionarios con vocación y práctica creíble, comenzar a trabajar temprano, para después no lamentarnos.