COLABORACIÓN
Por José Veras
Para nadie es un misterio que los tiempos han cambiado.
TODO SURGE en el año 2019, cuando nadie se esperaba que el mundo estuviera ante los pies de una enfermedad que acabaría con un porcentaje significativo de la población mundial y ante la incertidumbre del abismo en la que muchas naciones desesperadamente no encontraban la razón de por qué pasó.
¿Pero exactamente qué ha cambiado desde la mitad del siglo pasado hasta ahora?
¿Descubrimientos científicos?
¿Innovaciones tecnológicas?
¿Poder ir a la luna?
La respuesta es mucho más sencilla que toda esa cáscara de modernidad que cubre el pasar de década a década. El verdadero cambio, o mejor dicho, la evolución está en la forma de comunicarnos y de como podemos ser protagonista de la comunicación sin que seamos actores directos.
Si resumiésemos la historia de la humanidad en un sólo párrafo, lo que determinó la evolución del hombre como ente individual y como ser social, fueron los cambios en la forma de comunicarse: los primeros manuscritos (la aparición de la comunicación escrita) la imprenta… así hasta llegar a los medios electrónicos.
Durante mucho tiempo, sólo una élite era la que tenía acceso a la información y quien se dedicaba a difundirla a los demás (y esos demás distaban de ser una verdadera mayoría). En resumen, muy pocos se enteraban en realidad de lo que sucedía.
Pero los tiempos han cambiado, a partir de los últimos años del siglo pasado, donde los medios tradicionales han dejado de ser los únicos encargados de comunicar a la sociedad todo lo que sucede en nuestro entorno; con el uso masivo de internet, las redes sociales ( que no pertenecen a un medio de masa tradicional) pueden tener acceso a información antes de que esta aparezca en algún otro medio de comunicación (televisión o radio) y dicho fenómeno a crecido durante la primera década del siglo XXI con la popularización del uso de la computadora personal, la red y los teléfonos inteligentes que siguen desplazando la forma tradicional de enterarnos de lo que realmente sucede.
En menos de tres años, hemos visto como la inmediatez comunicacional de una sociedad tradicional se visto reducida a un exceso de comunicación, y muchos de nosotros (sobre todo aquellos que pertenecen a la generación “de los creadores de contenido que han surgido producto de un encierro olvidado” influencers ) y no han sentido lo radical de este cambio.
¿Este cambio es positivo o negativo?
En mi particular punto de vista, no es ni bueno ni malo, ya que depende el ángulo con el que se mire, si bien es cierto que ahora tenemos acceso a mucho más información que antes, todo va a depender de nuestro criterio, el uso que le demos a esta.
De la misma manera en que uno puede actuar como agente de cambio aportando un punto de vista realista sobre un tema, puede usar el medio para transmitir rumores e información falseada (fake news) a fin de crear una expectativa errónea sobre un acontecimiento, que probablemente no es un guion, más bien que surge por la necesidad de tener a la gente conectada con más tiempo a la información no real, que pudiera estar pasado en su propio entorno de comunicación directa.
Un ejemplo de lo anterior puede llevarnos a que muchas personas han dejado de creer ciegamente en aquello que los medios tradicionales comunican, prefieren buscar información complementaria sobre un tema en específico (como lo puede ser las preferencias electorales rumbo a sucesión presidencial en EU) y de ahí, descartar lo que es un dato confiable, una nota sin autocensura, para formar una opinión, y de ahí se puede seguir formando parte del flujo de información usando otro tipo de herramientas que son parte del fenómeno de “periodismo digital” (como los blogs, foros de discusión, etc.) y seguir enriqueciendo dicho tema.
En conclusión, en estos tiempos ya no esperamos que la información llegue a nosotros, uno puede ir a buscar y elegir que saber, e incluso, formar parte de la red de comunicación social que nos envuelve.
Finalmente, para complementar, miramos que a tres años de evolución en los medios de comunicación lo que sucedido ha sido sencillamente extraordinario.
El autor posee una licenciatura de comunicación social, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, dominicano, quien además posea tiene una maestría en diagramación digital e impresos de periódicos, diarios revistas, semanarios, y actualmente residente en la cuidad de Nueva York en los Estados Unidos.