Redacción Quevedo Informativo.- Un día como hoy nace Francisco del Rosario Sánchez en la ciudad de Santo Domingo, en 1817.
Tras el exilio de Duarte, asumió el liderazgo del movimiento independentista, sin dejar de mantener correspondencia con Duarte a través de sus familiares.
Bajo Sánchez, los dominicanos derrocarían con éxito el dominio haitiano y declararían la independencia nacional el 27 de febrero de 1844. Con el éxito de la separación de Haití, Sánchez asumió el cargo de primer presidente interino de la República Dominicana antes de cederle su puesto.
Pero sus ideas de un estado independiente fueron desafiadas ferozmente por muchos dentro del sector que sentían que la independencia de la nueva nación era sólo un éxito temporal. Debido a sus ideales patrióticos, Sánchez, como muchos de sus pares, sería el receptor de estas luchas políticas.
Su principal rival político no era otro que el general militar Pedro Santana. Su condición de patriota le trajo muchas consecuencias lamentables, entre ellas el encarcelamiento, la privación de sus bienes, el exilio por todo el Caribe y la muerte de sus compañeros.
En 1861, sus peores temores sobre el fin de la república se hicieron realidad al enterarse de que el grupo pro-anexión liderado por Santana acordó reintegrar a la República Dominicana a su estatus colonial.
Sin tiempo que perder, Sánchez se apresuró a regresar a su tierra natal para impugnar esta decisión, pero fue atraído a una trampa por las mismas personas que se aliaron con él, lo que provocó su lamentable muerte el 4 de julio de 1861.
Su muerte desencadenó un duelo nacional en todo el país. Tambien marcó una nueva era de lucha por la independencia, que finalmente se logró en 1865.
Proclamación de la independencia dominicana
La noche del 27 de febrero de 1844, Sánchez y sus hombres tomaron la Fortaleza Ozama en la capital de Santo Domingo. La guarnición haitiana estacionada en la ciudad fue sorprendida, aparentemente traicionada por uno de sus centinelas, y se vio obligada a huir del lugar.
Tras esto, Sánchez marchó hasta la punta de la Puerta Del Conde. Mella, que acababa de llegar a la ciudad, disparó su legendario trabuco al aire, y en ese momento, Sánchez izó por primera vez la histórica bandera tricolor independiente dominicana de 1844, gritando a todo pulmón, la consigna nacional, (Dios, Patria y Libertad), proclamando al mundo el nacimiento de la nueva nación independiente: La República Dominicana.
Había nacido una nueva entidad política, ahora libre de dominio extranjero, en la forma de un gobierno republicano y democrático. Sánchez tenía apenas 26 años cuando esto ocurrió.
Aparte de él, entre los próceres que asistieron a la Puerta del Conde la noche del 27 de Febrero, figuraban: María Trinidad Sánchez, Ramón Matías Mella, Idelfonso Mella (hermano de Ramón Matías Mella), José María Serra, Manuel Jimenes, Tomás Bobadilla, Vicente Celestino Duarte, Benito González, José Joaquín Puello (junto a sus hermanos de José y Eusebio), Juan Alejandro Acosta, Nicolás Lugo (abuelo de Américo Lugo), Feliz Mariano Lluberes, Marcos Ruiz, Juan Ruiz, Jacinto de la Concha, Wenceslao de la Concha, Pedro Valverde y Lara, Ángel Perdomo, Manuel Guerrero,Wenseslao Guerrero, Joaquín Montolío, Juan Pina, Pedro Antonio Bobea, Félix María del Monte, Cayetano Abad Rodríguez, Domingo García, Francisco Javier Abreu, Francisco Saviñón, Epifanio Billini (tío de Francisco Gregorio Billini) y José María Caminero.
Captura
Entrando por Hondo Valle, (en la actual provincia de Elías Piña), el 1 de junio de 1861, Sánchez encabezó su fuerza en un intento de derrocar a Santana, dirigiéndose hacia Santo Domingo.
La expedición se dividió en tres cuerpos. El centro fue liderado por Sánchez y entró en la zona de Hondo Valle para atacar a San Juan desde el este. El segundo cuerpo estaba al mando de José María Cabral e ingresó por Comendador, con la misión de atacar San Juan por el oeste.
El tercer cuerpo estaba bajo el mando de Fernando Tabera y debía tomar Neiba, de donde era originario el veterano general. Iba a proteger ese flanco y luego liderar parte de sus fuerzas en apoyo de Sánchez. Además, la expedición contó con el apoyo de milicianos haitianos de Mirebalais e Hincha (hoy Hinche), zonas cercanas a la frontera. No está claro por qué se movilizaron estos milicianos, aunque probablemente fue por iniciativa del gobierno haitiano.
Tabera encontró dificultades, ya que era impopular en el valle de Neiba debido a sus inclinaciones autoritarias y su deserción hacia Haití el año anterior. En cambio, Sánchez obtuvo el apoyo de personas influyentes de la Sierra, entre las que se destacó Santiago de Óleo.
Por ello, no encontró obstáculos, cruzó El Cercado y pudo avanzar hasta Vallejuelo con la intención de caer sobre San Juan. Por su parte, Cabral tomó Las Matas de Farfán sin encontrar muchos obstáculos y se disponía a avanzar sobre San Juan.
Mientras tanto, Cabral recibió información de que el gobierno haitiano había decidido retirar el apoyo a los revolucionarios dominicanos, forzado por las amenazas de una escuadra española que estaba estacionada en la bahía de Puerto Príncipe.
Ante esta situación, procedió a dar marcha atrás sin esperar la orden de Sánchez. Algunos de sus subordinados solicitaron permiso para ir a El Cercado a notificar a Sánchez.
Al recibir la noticia, Sánchez también decidió dar marcha atrás, aunque consideró la posibilidad de ignorar la decisión de la regencia haitiana. Seguramente, la precipitada acción de Cabral le obligó a ordenar la retirada.
Pero Sánchez desconocía que los habitantes de El Cercado, que antes se habían aliado con él, también le retiraron su apoyo. Se habían considerado perdidos ante el fracaso de su empresa, y resolvieron salvarse del castigo del gobierno.
Este acto acabaría sellando el destino de Sánchez. Cuando Sánchez partió hacia Haití, se sorprendió de que Santiago De Oleo no estuviera presente. En cuanto a De Óleo, conocía la ruta exacta por donde se dirigirían Sánchez y sus compañeros, por lo que le tendió una emboscada.
Como no había tropas españolas en la zona, Sánchez y sus compañeros avanzaron confiados, pero fueron sorprendidos por una emboscada tendida por De Óleo en el cerro Juan de la Cruz, cerca de Hondo Valle, el 20 de junio.
Los hombres opusieron resistencia, pero desgraciadamente, varios de los patriotas murieron en el acto, otros pudieron escapar, algunos de ellos heridos, mientras que el resto, un último grupo de 20 entre los cuales muchos resultaron heridos, fueron hechos prisioneros.
En la refriega, Sánchez fue herido en la pierna y en la ingle, y Timoteo Ogando le ofreció un caballo para que lo llevara de regreso a Haití. Sánchez, sin embargo, se negó y finalmente también fue capturado. Los patriotas fueron llevados a San Juan, donde Santana ordenó que fueran juzgados.
En realidad fue un juicio prefabricado, ya que desde Azua, Santana dirigía todo lo que sucedía en San Juan. El cabo segundo Antonio Peláez de Campomanes, el español de mayor rango en el gobierno, se opuso al juicio porque consideraba que la condena a muerte de los expedicionarios capturados iba a constituir un precedente desastroso que minaría el prestigio de España.
Juicio Militar
El Consejo de Guerra estaba presidido por el general Domingo Lazala y otros cinco oficiales. El fiscal era el coronel Tomás Pimebtel y el secretario, Alejo Justo Chanlatte.
Los defensores de los acusados fueron Cristóbal José de Moya y Banilejo José Soto. Durante el juicio, quedó claro que carecía de probidad. Sufriendo graves heridas, el amargado Sánchez trató de trasladar la totalidad de la expedición únicamente sobre sus hombros con la esperanza de que se perdonara la vida de sus seguidores a cambio de la suya, pero fue en vano.
Su defensa fue muy poderosa; creyendo que sus acciones no podían ser juzgadas bajo la ley dominicana, y mucho menos bajo la ley española, la última de las cuales Sánchez argumentó, no se había ejecutado.
En medio del juicio reprendió a uno de sus acusadores, Romualdo Montero, quien había sido uno de los traidores en Hondo Valle, por lo que las autoridades lo detuvieron y lo agregaron a Sánchez y sus compañeros. También reprendió al juez Lazala, acusándolo de guardarle rencor por motivos personales.
A pesar de su templanza, Sánchez no pudo evitar vivir momentos de amargura. Así lo explica la carta a su esposa, Balbina Peña, aconsejándole que se asegure de que sus hijos no entren en política y se dediquen al comercio fuera del país.
Para no ser cómplice de la ignominia, uno de los comandantes de las tropas españolas que había llegado a San Juan días antes, Antonio Luzón, decidió partir con su batallón en dirección a Juan de Herrera para realizar ejercicios.
Ejecución
Según Moreta Castillo, el sacerdote Narciso Barrientos le dio la última comunión a Sánchez, y mientras lo hacía, Sánchez recitó el versículo 6 del Salmo 50: «Tobi soli peccavi et malum coram te feci» (Aquí está el que solo tiene pecado y te ha hecho mal).
Mientras era conducido al patíbulo en una silla de manos, el patriota herido recitó el Salmo 50: «Miserere», pidiendo misericordia a Dios. Antes de ser fusilado, Sánchez le pidió al joven Avelino Orozco que lo ayudara a envolverse alrededor de la bandera dominicana, y al escuchar la orden «Fuego», Sánchez gritó aún más fuerte: «¡Finis Polonia! (Fin Polonia).» Esto fue en referencia al final de la República y evocando al patriota polaco Tadeusz Kościuszko en la batalla de Maciejowice.
Sánchez, dos veces héroe y padre fundador de la República Dominicana, fue asesinado a tiros el 4 de julio de 1861, en San Juan de la Maguana, a la temprana edad de 44 años. Sánchez, al igual que varios de sus compañeros, murió con el primer disparo. Otros no tuvieron tanta suerte y fueron rematados con machetes y palos.
Los generales anexionistas Eusebio Puello y Antonio Abad Alfau observaron impasibles la salvaje ejecución. Entre otros, estaban: Félix Mota, Domingo Piñeyro Boscán, Rudecindo de León, Francisco Martínez, Julián Morris y Morris, Juan Erazo, Benigno del Castillo, Gabino Simonó Guante, Manuel Baldemora, José Antonio Figueroa, Pedro Zorilla, Luciano Solís, José Corporán (o Ciprián), Juan Gregorio Rincón, José de Jesús Paredes, Epifanio Jiménez (o Sierra), Juan Dragón, León García y Juan de la Cruz.
Legado
El legado de Sánchez está grabado para siempre en la memoria de la República Dominicana. Sus contribuciones a la política, al nacionalismo y a los ideales de un estado dominicano independiente lo marcaron como un verdadero ícono para la nación.
Algunos historiadores lo han acreditado como el verdadero padre de la patria debido a su condición de líder del movimiento independentista tras el exilio de Duarte en Venezuela.
Muchos dominicanos incluso lo consideran el más fuerte de los padres fundadores. Valiente, honesto, audaz y descarado, las cualidades de Sánchez lo distinguieron de muchos patricios, haciendo el honorable acto de sacrificar su vida por la nación.
En 1875, los restos de Sánchez fueron exhumados del cementerio municipal de San Juan y llevados a la Catedral Primada de América, colocándose así la Capilla de los Inmortales.
Posteriormente, en 1944, fueron llevados a la Puerta del Conde, junto a los de Duarte y Mella. Desde 1976, descansan en un mausoleo de mármol llamado Altar de la Patria, que se encuentra en el Parque Independencia de la ciudad de Santo Domingo, donde está enterrado en un mausoleo, el Altar de la Patria, en la Puerta del Conde junto a Duarte y Mella, lugar del inicio de la Guerra de la Independencia.