COLABORACIÓN
Por Lester McKenzie
Respecto al acto realizado hace unos días en Moca, «Museos de Ferrocarriles de Cuba y Puerto Rico, en pos de que se forme el Museo de los Ferrocarriles Dominicanos», agradezco al estimado Rafael Hernandez el envío de una reseña con relación al mismo.
La misma toco una fibra muy sensible en mi y través de esta publicación comparto uno de los temas que mas me apasiona, uno de mis preferidos, El Ferrocarril, pues tuve oportunidad de disfrutar el trayecto La Vega-Sánchez y viceversa viajando en el Autovía con mis padres y hermanos para pasar las vacaciones en Samana en innumerables ocasiones.
Alrededor de 1870, como consecuencia de una combinación de coyunturas internacionales (guerra cubana, principal exportador de azúcar, guerra franco-alemana, los mayores productores de azúcar de remolacha y la guerra civil norteamericana), surge en República Dominicana la industria azucarera moderna.
Cuando el cubano Carlos F. Loynaz instalo en 1872 en San Marcos, Puerto Plata, el primer ingenio movido a vapor, la prensa puertoplateña reseñaba con admiración: “Hoy hemos presenciado la prueba decisiva en el ingenio La Isabel. En menos de media hora la caña acabada de cortar y desmenuzada por el trapiche enviaba su jugo a los tachos donde hervía inundando el aire con los sabrosos vapores del guarapo, pasando una hora después por la centrifuga y luego el brillante polvo estaba listo para endulzar nuestro café mañanero”.
Junto con ello también llego en el 1884 la comunicación telegráfica gracias a la compañía francesa de telégrafos submarinos conocida como el Cable Frances y al año siguiente funcionaban en Santo Domingo y Puerto Plata escuelas de telegrafía práctica.

En los años siguientes la red telegráfica se fue extendiendo por el país uniendo localidades, por ejemplo Sánchez-La Vega, en 1887.
Ese año entró en funcionamiento el ferrocarril que unía las mismas abriendo una nueva vía a las exportaciones cibaeñas prácticamente monopolizadas por Puerto Plata, gracias al cerebro visionario de Gregorio Riva. Junto con los ingenios vino al país la instalación de las primeras vías férreas y con ello las locomotoras, los carros ferrocarriles (autovías) y los puentes de hierro. Federico García Godoy narra lo siguiente sobre los trabajos de instalación indicando que: “bajo la dirección de entendidos ingenieros ocúpanse en estos momentos cerca de doscientos hombres en colocar rieles y construir puentes, y mas de mil trescientos en el arreglo de terraplenes y abrir trochas”.
Para Garcia Godoy el ferrocarril valorizaría las tierras aledañas, atraería inmigración laboriosa y convertiría a La Vega en un centro clave del Cibao, pero también a Sanchez en un punto de importancia y este pequeño pueblo fangoso quedo dividido en una sección cercada con las casas de la Compañía escocesa a cargo del ferrocarril, y el resto, unos dos mil pioneros probando suerte, la cuarta parte de ellos dominicanos, otra cuarta parte europeos y la mitad inmigrantes de las Islas Virgenes, Las Turcas y Curazao.
En el año de 1887 entro en funcionamiento el ferrocarril que unia Sanchez-La Vega abriendo una nueva via a las exportaciones cibaeñas prácticamente monopolizadas por Puerto Plata, gracias al cerebro visionario de Gregorio Riva. En 1895 San Francisco de Macoris quedaría conectada a esta red y en 1909, Salcedo.
El Ferrocarril Central Dominicano unió en 1897 a Puerto Plata y a Santiago, acelerando los vínculos que tradicionalmente unían a estas dos ciudades, ampliándose en 1909 con el ramal Moca-La Vega.
¡Hasta una próxima entrega entrega sabatina!