COLABORACIÓN
Por: Fernando Betancourt
En tiempos recientes, hemos sido testigos de un preocupante deterioro en los valores cívicos y morales dentro de la sociedad dominicana, especialmente en nuestras escuelas. Esta decadencia se ha visto reflejada en la falta de respeto hacia nuestros símbolos patrios, aquellos emblemas que representan la identidad y el orgullo de nuestro pueblo. Esta indiferencia ha llevado a una desvalorización que amenaza con deteriorar las raíces de nuestra identidad nacional.
Nuestros símbolos patrios, tales como la bandera, el escudo y el himno nacional, son más que simples íconos; son la representación de nuestra historia, cultura y valores compartidos.
Lamentablemente, hemos observado un creciente irrespeto hacia estos emblemas sagrados. No es raro ver la bandera maltratada o usada sin el debido respeto, el escudo distorsionado en productos comerciales y el himno cantado sin la reverencia que merece.
Esta indiferencia no solo refleja un descuido moral y cívico, sino que también señala una alarmante pérdida de identidad nacional. Al no valorar nuestros símbolos, estamos descuidando lo que nos define como dominicanos, y este descuido es peligroso para la unión y el sentido de pertenencia de nuestra sociedad.
Es fundamental que tanto los hogares como las escuelas asuman un papel activo en la enseñanza y promoción del respeto hacia nuestros símbolos patrios. Desde temprana edad, los niños deben ser educados sobre la importancia de estos emblemas y el significado que conllevan. Los padres y educadores tienen la responsabilidad de inculcar estos valores y asegurarse de que las futuras generaciones comprendan y respeten la herencia que han recibido.
No solo es cuestión de enseñanza, sino también de establecer un régimen de consecuencias ante el irrespeto. Deben existir medidas claras y firmes para quienes deshonren nuestros símbolos patrios, reforzando así la seriedad y la importancia de preservarlos.
Es importante que un estudiante sepa lengua española, matemáticas, ciencias etc. Pero de qué sirve todo esto si al final no tenemos un ser humano, sin estos valores sencillamente tenemos un animal amaestrado al cual se le han enseñado cosas, pero el mismo no es capaz de decir: lo siento, permiso, me equivoque, tienes razón. Mientras no logremos ese tipo de respuestas lamentablemente continuaremos yendo hacia el abismo.
Se sabe que aun funcionarios en su momento han intentado atentar contra nuestros símbolos, llegando a proponer que el escudo sea quitado de la bandera. Es de notar que hemos estado peleando muchas veces contra el enemigo equivocado ya que los verdaderos enemigos llevan saco, corbata e inmunidad.
Insisto que es una obvia responsabilidad de cada familia inculcar estos valores, pero la escuela, no solo con sus maestros de sociales si no con todas las áreas deben diariamente tomar un tiempo prudente para hacer resonar estos valores cívicos en la conciencia de cada individuo.
La frase ser ciudadano del mundo se escucha muy bonita, pero si no puedes ser un ciudadano correcto de tu propia patria, el pedazo de tierra que te vio nacer, como seras un ciudadano del mundo.
La pérdida de reverencia hacia nuestros símbolos patrios está directamente relacionada con una crisis de identidad nacional.
Cuando olvidamos lo que nos define, corremos el riesgo de desintegrarnos como sociedad. La identidad nacional es un pilar fundamental para la unidad y la fortaleza de un país; sin ella, nos convertimos en una sociedad fragmentada y vulnerable.
Es imperativo que tomemos conciencia sobre el impacto del descuido de la moral y el civismo en la República Dominicana. No podemos permitir que nuestros símbolos patrios se desvaloricen y que nuestra identidad se disuelva.
La tarea comienza en nuestros hogares y escuelas, donde debemos enfocar esfuerzos para educar y fomentar el respeto y la reverencia hacia lo que nos define como dominicanos. Solo así podremos asegurar un futuro donde nuestros valores y nuestra identidad se mantengan firmes y perduren a través del tiempo.
Mientras más fuerte es nuestra identidad, más fuerte es nuestra nación, hagamos un esfuerzo conjunto para que la generación presente comprenda la importancia de preservar nuestros símbolos con el respeto y reverencia que merece.
Pero también se hace imperativo reitero que se debe hacer cumplir estas normas aun si fuere necesario usar la fuerza. No es un secreto para nadie que en muchos momentos se ha quemado nuestra bandera, se ha pisoteado y todo ha quedado como que nada ha ocurrido.
Mientras se permita esto, los jóvenes notaran que estos símbolos no merecen respeto, basta, es tiempo de mostrar que la sangre que corrió en el campo, en los cuarteles y caminos valió la pena.